En estos años hemos vivido cambios significativos en la política internacional, desde declaraciones de todos los países para luchar decididamente contra la pobreza que se concretaron en los Objetivos del Milenio de Naciones Unidas, hasta las guerras preventivas. Desde Guantánamo hasta la aparición del Foro Social Mundial.
Por nuestra parte hemos aprendido que la caracterización de progresista, para una ONG, no puede ser una afirmación sin consecuencias, significa ser conscientes de que el desarrollo de los pueblos se produce únicamente si hay políticas públicas que lo promocionen. Significa ser conscientes de que el desarrollo no se produce como resultado de la caridad, significa necesariamente revalorizar el término justicia, justicia dentro de cada país y justicia en las relaciones comerciales y políticas entre países.
Hemos aprendido que, al mismo tiempo que paliamos una situación concreta, hemos de combatir las causas que lo han generado: un comercio internacional injusto, la rapiña de unos cuantos que aspiran a acumular poder y riqueza, gobiernos locales corruptos pagados por nuestras empresas, nuestra voluntad de pagar productos a bajo precio fruto
de la explotación laboral, el retroceso de los Derechos Humanos como consecuencia del miedo, asimilado mediáticamente al terrorismo internacional.
Después de diez años de trabajo intenso, hemos aprendido que la mayor eficacia de nuestros esfuerzos se produce cuando nuestra solidaridad está encaminada a dar apoyo a todos aquellos procesos de transformación que se están impulsando en todo el mundo.
Las ONG deben aligerar sus miedos y sus condicionamientos y deben centrar los esfuerzos en los procesos de transformación, en la denuncia de la injusticia y sus causas y en la construcción de una sociedad –también la nuestra más solidaria en su cotidianidad.
Con la experiencia acumulada, tenemos bastante claro ahora cuales son nuestras líneas de trabajo –como podemos ver a lo largo de esta memoria- y también se presenta como evidente que las grandes transformaciones mundiales que queremos conseguir deben ser fruto de la suma de voluntades y, en consecuencia, la idea original de nuestra fundación, la necesidad de agrupar fuerzas, es hoy tan vigente como hace diez años. Este continúa siendo nuestro gran reto.