Memoria 2006

Siempre resulta difícil seleccionar qué actividades destacamos, y dentro de estas qué aspectos consideramos más relevantes para exponer, pues nuestra orientación a promover estrategias de desarrollo a medio y largo plazo hace que el que nos resulta más interesante de nuestra acción no sean muy bien las actividades y proyectos concretos que hacemos sino los procesos en los que están inmersos.

Fruto de esta tensión entre conceptos y maneras posibles de leer la acción de la asociación os presentamos el resumen de las actuaciones de Cooperacció durante el 2006, vinculadas a los ejes temáticos en que queremos orientarlas y a las relaciones que establecemos día en día con nuestros aliados y aliadas del sur y norte.

Esta memoria la recibiréis pasado el 7 de julio del 2007, una fecha que se sitúa en el ecuador del compromiso que trajo a 189 países a subscribir la Declaración de Objetivos del Milenio, la estrategia internacional que en 2000 asumía el reto de reducir a la mitad la pobreza al mundo.

Desde Cooperacció a menudo hemos cuestionado el hecho que la Declaración del Milenio se trata de un compromiso de mínimos, pero al mismo tiempo hemos valorado este documento como un instrumento que nos permite hacer seguimiento del grado de cumplimiento de los compromisos y de la agenda política internacional.

Pues bien, como desgraciadamente podía ser previsible los países ricos no tan sólo no aportan el que sería necesario, sino que ni siquiera aportan aquello a que se comprometieron.

La Cumbre del G8, que hace dos años en Escocia se planteó como gran objetivo mejorar y reflotar la situación de África, prometió una aportación extra de 15.000 millones de euros que todavía están esperando los países africanos. Es más, las iniciativas de cancelación de deuda que ha habido durando estos años no llegan a representar ni una mínima parte del que realmente tendría que representar una cifra significativa que pretenda revertir la actual situación de empobrecimiento en que viven millones de africanos. La Cumbre de este año no ha supuesto ningún cambio en esta línea.

Esta realidad nos recuerda que tenemos que trenzar alianzas, mezclar miradas cuando actuamos por una justicia global y que, en definitiva tenemos que seguir siendo activos en la movilización y el apoyo a los movimientos sociales que en todo el mundo trabajamos para hacer cumplir los compromisos en los estados.

En casa nuestra, tanto el gobierno español como el catalán están incrementando de forma fehaciente los presupuestos de cooperación internacional para el desarrollo, acercándonos así al compromiso de 0’7% del Producto Interior Bruto. Hay un calendario claro y, con más o menos precisión se va cumpliendo.

Ahora bien, esta situación nos obliga a las organizaciones independientes a concentrar nuestra mirada en la calidad de las acciones que se hacen con estos incrementos reales de los presupuestos, las garantías jurídicas para su consolidación, a través de qué actores se hacen y su orientación o no hacia la transformación de las causas de las desigualdades.

Efectivamente se trata de cuestiones que dan más pie al debate, son más opinables, pero a la vez son básicas y fundamentales si queremos realmente que, al margen de la voluntad de cumplimiento que el resto de países tienen en relación a sus compromisos, nuestras acciones tengan sentido y efectos positivos y perdurables en la defensa, exigencia y goce de los Derechos Humanos para más personas de este planeta.

Somos pues en medio del reto de construir modelos de cooperación internacional para el desarrollo que hagan del cumplimiento de los acuerdos y compromisos internacionales una forma de hacer más habitable, más justo y mejor este mundo.

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